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Libro aperto

CUMAE

Ruderi

Dalle remote larve della terra

dalle anguste-alte ombre

la fatica schizza del tempo

e la linfa cupa del vivere

tra erosioni e deflagrazioni

si evolvono forme verso

la morte il silenzio

ma il moto elettrizza squame di luce

per le cavità e polverizza etere e nubi fino

al delta del pensiero e dell’orizzonte

(d’improvviso spalanca la geometria

ai fantasmi futuri la via

e l’alto e il basso abitano lo stesso piano)

e si addensa vieppiù nei giorni la scrittura

che cattura le meteore del passato:

sotto il sole – lassù – a perdifiato

parlano i ruderi oscuri della storia.

La obra Cumae se abre con la composición Ruderi. Se trata de un poema proemial, que por lo tanto es anterior a las secciones. Se presenta en dos idiomas, primero en latín y luego en italiano. Sovente utiliza la puntuación solo en los últimos versos y los protagonistas principales son las ruinas que estarán presentes en toda la obra. El lenguaje es más rebuscado que en los dos primeros poemarios, Sovente juega con los adjetivos creando combinaciones como “anguste-alte” (v. 2). La sintaxis se rompe con hipérbatos (“la fatica schizza del tempo” v. 3) y encabalgamientos (vv. 8-9 y 16-17).

En este texto encontramos muchos elementos que luego formarán parte del mundo lírico de Sovente, a partir de la obra Cumae, es decir, esas presencias animales y misteriosas que habitan y animan el territorio: “remote larve della terra” (v. 1), “i fantasmi futuri” (v. 12), “i ruderi oscuri della storia” (v. 17).

 

 

 

Donna flegrea madre

Donna flegrea madre

di radici antiche, terra aperta

a voci d’acqua, a luci

sul punto sempre di nascondersi

in fenditure, in antri, mea

sunt mea suspiria tui et vulnera,

paura non avevi di parlare

con rovine e schegge, per la guerra

tu passata per la morte

dei genitori tuoi, di cinque

tuoi figli, di mio padre, da nodi

attraversata da ripetuti sibili,

con paziente calcolo tutto conservavi

«non si può sapere cosa

il futuro ci riserva», pensavi,

nulla buttavi,flegreo

deposito di segni tu e di memorie

con il fluttuante suono dentro

di nuove maree, non rughe

in viso avevi, curve le vertebre

dove le stagioni a una a una

si erano raccolte, ruit perpetuo

fluit dolor tui per mea silentia,

di te perdo e ritrovo

un’altra luna sotto il rovo.

Donna flegrea madre es una composición monostrófica de 25 versos que Sovente dedica a la madre, Maria Consiglia llliano, cuya figura se superpone y adquiere los rasgos de la tierra flégrea. La relación entre Sovente y su madre fue siempre muy fuerte, también por la temprana pérdida del padre. Como dice Liberti, la figura de la madre es la encarnación y la memoria del lugar, lo que explica la relación incluso visceral que el poeta siempre ha querido establecer con su territorio, visto como una extensión de la presencia de sus padres[1].

En este poema el autor presenta su lugar de pertenencia, el territorio flégreo, personificado en la figura de la donna flegrea madre: estos son los tres atributos de Maria Consiglia Illiano. La figura materna se ve en simbiosis con el espacio circundante, formado por el mar y las depresiones geológicas.

Sovente habla de un territorio caracterizado por la presencia de elementos sugerentes como lagos, mares y lugares ocultos. Un paisaje que hunde sus raíces en la Antigüedad y que lleva las huellas de todos los acontecimientos pasados. De hecho, Sovente alude a múltiples elementos: desde los fascinantes silbidos de la cueva de la sacerdotisa Sibila (situada tradicionalmente en Cuma y que representa la manifestación geográfica del misterio flégreo), hasta la crueldad y la muerte sembrados por la guerra. La madre crece entre las ruinas de la guerra, Sovente encuentra sus ruinas en el mundo contemporáneo. En este poema, el poeta alterna el momento biográfico con la analogía con el espacio flégreo. Mamá Consiglia no teme al pasado, ha sobrevivido a las dos guerras mundiales; de los cinco hijos, solo dos, Michele y Luigi, sobrevivieron. El padre murió cuando el poeta tenía solo nueve años. Mamá Consiglia lo guarda todo, incluso los recuerdos, actuando así como portadora de memoria local, una memoria mucho más antigua que ella.

Con la cita del latín mea sunt mea suspiria tui et vulnera, el autor subraya el vínculo con ese territorio, cuyos suspiros y heridas también comparte, sintiéndolos como propios. Sin embargo, no falta en la descripción del paisaje también una referencia a los dolores y a la muerte que marcan su historia.

 

Le antiche donne cumane

 

1.

 

Ossute parlano donne dalle finestre

muovendo seni e palpebre a lungo

è amore l’ombra che attraversa

la superficie cava dei loro suoni

accennano a zuffe di animali sotto

la luna piena vicino al mare di Cuma

e sono cumane le donne che ridono

lentamente masticando un’arancia

circondate da lattughe e garofani.

 

2.

«Chi ha svuotato la botte stanotte?»

stupite chiedono le donne discinte

a lungo guardando l’acqua retrattile

e le pietre spettrali dell’Arco Felice

«Quale ladro si è portato via le cipolle?»

dalle finestre ai balconi precipita

la voce delle donne di Cuma che sanno

con una risata placare il rancore.

 

 

3.

 

Zitte ogni sera stanno tra le antiche

ombre le antiche donne cumane

la scia sullo specchio fissando di una

nave a pochi passi dall’acropoli ferma

sopra la fronte intrecciate le mani

i denti macchiati dall’acqua di pozzo

ascoltano il vuoto le donne di Cuma.

Este poema presenta una referencia explícita a la ciudad que da título a la obra misma. Michele Sovente recrea en esta poesía tres momentos del día de algunas mujeres de Cuma:

  • En la primera estrofa asistimos a una conversación nocturna desde las ventanas.

  • En la segunda, las mujeres de Cuma toman la palabra y se preguntan unas a otras sobre algunos imprevistos descubiertos por la mañana.

  • En la tercera, de noche, el poeta nos presenta un barco en el mar, mientras domina el silencio de las mujeres y de la ciudad.

 

Como dice Liberti, las habitantes de Cuma se proyectan en una sociedad antigua - griega, casi en una dimensión mítica. Son personajes que desafían el paso del tiempo, anclados en el espacio flégreo, pero al mismo tiempo personajes de otro tiempo[2].

Sovente nos habla de las antiguas mujeres de Cuma describiendo sus movimientos y sus formas. Podemos advertirlo desde los primeros versos, cuando dice “ossute parlano donne dalle finestre muovendo seni e palpebre” o incluso cuando dice “cumane le donne che ridono lentamente masticando un’arancia”. Las representa en un campo, como se desprende del verso “circondate da lattughe e garofani”, cerca del mar de Cuma.

El poeta hace una referencia al pasado: “le antiche ombre le antiche donne cumane” y nos describe siempre su lugar de nacimiento, es decir, el de los Campos Flégreos, mencionando también Arco Felice. 

Estas mujeres de Cuma de las que nos habla son mujeres que en su día se interesaban de verdad por el territorio.

 

Tu, Cumae…

 

Adscipio prata lunaria

Pedes trans arvalia

Pipiant et quatiunt et maqria

In sempiterna ac varia

Concupiscentia inflantur, alia

Defluunt nomina de alia

aestuosa plaga: clamas infernalia

clinamina tu, Cumae, ad sideralia

fastigia fugitans dum letalia

leniter lingunt calcaria

et cervices parvas et animalia

currentia ultra brumalia

cunicula: et alia…

 

Tu, Cuma

 

Guardo prati lunari

I piedi percorrono solitari

Campi e alveari

Stormiscono e sussultano mari

Avvolti da voluttuosi e vari

Bagliori, precari

Nomi scorrono da crinali

Ardenti che parlano di astrali

Effigi: tu, Cuma, invochi abissali

Infiorescenze, tra estuari

Bui svelandoti, mentre amari

Sproni scuotono gli animali

Che spiccano balzi mortali

Da un pendio all’altro, i crani frali

Negli anfratti: e ali e strali…

Esta poesía está dedicada al lugar que da título al libro homónimo. El poeta se dirige directamente a Cuma, a través de una personificación.

Se trata de una composición monostrófica en 15 versos, construida sobre dos únicas rimas en asonancia entre sí (-ari y -ali).

El paisaje está animado por luces, destellos y animales que parecían proceder de un pasado mítico.

Toda el poema está narrado como la descripción de una visión casi onírica: el verbo guardo abre la composición y la mirada del poeta se extiende hacia un mundo mítico, en el que no aparece ningún elemento humano. Cuma es mucho más que un lugar, en sus cuevas resuenan las profecías de la Sibila y de sus abismos surgen criaturas que evocan una imaginación casi fantástica.

 

Di là

Di là, stretta nella sua pelle, come la

pietra antica e la clessidra che si ostina

a misurare il trascorrere rovinoso

dei venti, dei pensieri, nel lattiginoso

silenzio, nell’immensa brina, di là                         

sta Cuma, la Sibilla che delira.

La composición consta de seis versos con un esquema métrico ABCCAD, además de la presencia de consonancias y asonancias. Con la referencia al reloj de arena, el poeta quiere subrayar el paso del tiempo para la Sibila, que, según la historia mitológica, pidió al dios Apolo vivir tantos años como los granos de arena que se podían contener en la palma de una mano. La arena que fluye en el reloj de arena representa el tiempo, tanto el tiempo muy lento que le toca vivir a la Sibila, como el tiempo ruinoso, por el que fluyen energías inmateriales como los vientos y los pensamientos. Cuma vuelve a estar en el centro del texto, pero identificada con la figura más célebre de su historia y quizá de todo el imaginario local: la Sibila, testigo no solo de las raíces grecorromanas de Campania, sino también de su papel indispensable en la constitución de la ideología religiosa arcaica. Sovente se interesó mucho en la Sibila de Cuma, hasta el punto de querer que sus cenizas fueran esparcidas en la cueva; además, creía que las palabras de sus poemas eran dictadas por ella. Ahora la Sibila de Cuma, aislada como en una cueva fría y silenciosa, llega al delirio, ya no puede disfrutar de la capacidad de predecir el futuro y, por lo tanto, la Historia, mientras que al principio, la Sibila no lo sabe y esto refuerza la comparación entre ella y la madre del poeta, que en Donna flegrea madre se revela como memoria de la tierra e incapaz de envejecer.

 

 

Parlerai

Parlerai, mia eco, mia stranita

ala, aperta strada verso agavi,

cigni, dolorose protuberanze, prima

del crepuscolo parlerai, briciola

randagia di veleno, di combattuta               

luce – tu a forma acuta e ottusa, tu

autunnale feritoia, anfora tu sommersa

e trasparente… -, lo so che non

rinuncerai a fare salti gioiosi tra

rottami, nuda mia voce e pelle                    

lacerata, mentre lampeggiano pagode

e bruciano arsenali, anche il ghiaccio

aspetto perché, mia spenta Sibilla, tu

chiusa nel tuo immoto sguardo, lo so

che infine, mia acqua, parlerai…                

La composición consta de una sola estrofa de 15 versos, muchos de los cuales están unidos por fuertes encabalgamientos; no faltan asonancias y consonancias, que producen una ligera musicalidad. El pasaje se abre dirigiéndose a Eco, ninfa de las Oreadi. Eco representa la voz de la naturaleza, que ilumina la mente del poeta. El poeta confía en la fusión de la naturaleza y la cultura, las únicas capaces de abrir caminos, hasta el punto de que el mismo Sovente afirma que «la poesía es un sonido que produce conocimiento». El significado subyacente del poema se puede observar en el v. 12, en el que hay una clara referencia a la Sibila, ya extinta, símbolo del inexorable paso del tiempo. Como afirma el poeta, la Sibila ya no puede predecir el futuro y la única forma de alcanzar la felicidad es a través de la poesía, que deja pasar las voces de la naturaleza; en primer lugar están las hojas, relacionadas con el culto de la Sibila, por ser el medio de transmisión de sus oráculos, pero sobre todo el agua en el v. 15, metáfora de una esperanza nueva. Además, hay una referencia a una rendija que deja pasar la luz en ambientes cerrados: el valor es figurado, porque la voz se compara con la apertura que deja pasar las voces de la naturaleza otoñal, representada sobre todo por las hojas. Por último, hay numerosas referencias a los objetos del pasado local, como las pagodas de la Casina Vanvitelliana y los arsenales de Lucrino, que el poeta utiliza como filtro para observar el espacio de una manera nueva.

 

 

Camminando per i Campi Flegrei

 

Perse pietre, insonne camminare

per sparse erbe, accompagnato

da soffi di canne languidamente

agitate nell’ora morta del primo

pomeriggio, arse erbe dimenticate

su muri sghembi, vado stranito

a raccogliere semi di girasole

in questo territorio una volta

abitato da eroi in fuga e divinità

dai nomi sdruccioli o piani, Venere

Demetra Dioniso Diana, ci sono

le pietre ancora, poche e sospese,

dei templi dove erano invocate, le

pietre sono il trionfo e la beffa

del tempo, ciò che rimane e ciò che

assolutamente freddo risuona, risuona

fatuo fastigio coronato da gloria

per braccia schiave in silenzio immolate,

già due millenni sono volati

seppellendo ossa e voci, statue e navi,

ma resiste la nuda cenere sotto

tutto il cemento cupo e folle di cui

fiero va il civilissimo mondo figlio

del progresso, che con cipiglio invincibile

colma crepacci, cancella tracce

di passato, considera relitti stupidi

la spiaggia il panorama il prato…

 

Vile paesaggio intorno vile altare

di barattoli siringhe stracci nafta,

smarrito fende il piede la sua ebbra

ombra dal vento risucchiata, oblio

e insensata solitudine corrodono

le generazioni nuove, il loro alito

e minimo germe di pensiero, frantumi

e neri grumi di angoscia invadono

le baldanzose notti assiderate. Ostile

castello di spettrali infiorescenze,

l’acqua il miele la clorofilla l’aria

ridotti a suono che più non consola,

sottile nube sospinta da ultrafetide

bocche dove rimuore il giorno, tutto

sa di tabe, non un millimetro di luce

lambisce più le orbite cave di tanti

e tanti in similpelle ormai, senza

altro pane che il loro stesso ingorgo

intestinale, e disseccata si ripete

la quotidiana interrogazione dei voli

labilissimi a fior di lago, lontana

più e più facendosi la sagoma della

luna sulla scheggiata grotta sibillina.

 

Pur smemorato, vinto dal sonno, vado

risuonando in me altro polline, altri

dissolti pianeti e lumi, densa saliva

e lucido sudore, pur rovistato da ombre

che dicono sordide macerie, mi muovo

la mano sinistra muovendo a enumerare

le pietre superstiti a picco sul mare.

Este poema es el más largo de la obra y tiene un aire muy narrativo, ya que describe un paseo por los Campos Flégreos, tan mencionados en los versos anteriores. Hay una clara referencia al pasado, como en los versos centrales donde se mencionan varias divinidades y héroes huidos (Venere, Demetra, Dionisio, Diana): hoy, en lugar de esos personajes, quedan piedras que simbolizan la gloria y el triunfo de un tiempo pasado. En el poema, se describe el presente a través de un panorama contaminado por las nuevas generaciones a las que parece no importarles nada. Incluso el aire y los alrededores están contaminados, por lo que no son tan agradables como antes. Al final, el poeta, a pesar de estar abrumado y perseguido por las voces del pasado que lo llaman, logra comunicarse con el paisaje.

El poema está dividido en cuatro estrofas de diferente extensión, las dos primeras describen el paisaje de los Campos Flégreos, mientras que en la última el poeta habla de sí mismo y de su relación con el territorio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Michele Sovente – Cumae, edición crítica y comentada por Giuseppe Andrea Liberti, Quodilibet, 2019, pp. 339 – 342.

[2] Andrea Liberti, Cumae, pp. 347 – 351.

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